Los autores son Eric y Leslie Ludy, se enfocan en realizar una invitación a descubrir lo hermosa que puede llegar a ser la historia de amor cuando el autor, quien escribe el guion de cada uno de los detalles que se viven.
13. Jesús, el eternamente joven, quiere regalarnos un corazón siempre joven. La Palabra de Dios nos pide: Eliminen la levadura vieja para ser masa joven (1 Co 5,7). Al mismo tiempo nos invita a despojarnos del hombre viejo para revestirnos del hombre joven (cf. Col 3,9.10)[1]. Y cuando explica lo que es revestirse de esa juventud que se va renovando (v. 10) dice que es tener entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente si alguno tiene queja contra otro (Col 3,12-13). Esto significa que la verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar. En cambio, lo que avejenta el alma es todo lo que nos separa de los demás. Por eso concluye: Por encima de todo esto, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección (Col 3,14).
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34. Ser joven, más que una edad es un estado del corazón. De ahí que una institución tan antigua como la Iglesia pueda renovarse y volver a ser joven en diversas etapas de su larguísima historia. En realidad, en sus momentos más trágicos siente el llamado a volver a lo esencial del primer amor. Recordando esta verdad, el Concilio Vaticano II expresaba que rica en un largo pasado, siempre vivo en ella y marchando hacia la perfección humana en el tiempo y hacia los objetivos últimos de la historia y de la vida, es la verdadera juventud del mundo. En ella es posible siempre encontrar a Cristo el compañero y amigo de los jóvenes[10].
50. A través de la santidad de los jóvenes la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico. El bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero (cf. Ap 2,4)[21]. Hay santos que no conocieron la vida adulta, y nos dejaron el testimonio de otra forma de vivir la juventud. Recordemos al menos a algunos de ellos, de distintos momentos de la historia, que vivieron la santidad cada uno a su modo.
93. Los jóvenes que emigran tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven un desarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen, que pierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuando emigra uno de los padres o ambos, dejando a los hijos en el país de origen. La Iglesia tiene un papel importante como referencia para los jóvenes de estas familias rotas. Sin embargo, las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos. Las iniciativas de acogida que hacen referencia a la Iglesia tienen un rol importante desde este punto de vista, y pueden revitalizar a las comunidades capaces de realizarlas[47].
O nos lleva a descubrir que su amor no es triste, sino pura alegría que se renueva cuando nos dejamos amar por Él: Tu Dios está en medio de ti, un poderoso salvador. Él grita de alegría por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo (So 3,17).
117. Cuando te pide algo o cuando sencillamente permite esos desafíos que te presenta la vida, espera que le des un espacio para poder sacarte adelante, para promoverte, para madurarte. No le molesta que le expreses tus cuestionamientos, lo que le preocupa es que no le hables, que no te abras con sinceridad al diálogo con Él. Cuenta la Biblia que Jacob tuvo una pelea con Dios (cf. Gn 32,25-31), y eso no lo apartó del camino del Señor. En realidad, es Él mismo quien nos exhorta: Vengan y discutamos (Is 1,18). Su amor es tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una relación llena de diálogo sincero y fecundo. Finalmente, busca el abrazo de tu Padre del cielo en el rostro amoroso de sus valientes testigos en la tierra!
148. En este sentido, quiero recordar que el cardenal Francisco Javier Nguyên Van Thuân, cuando lo encerraron en un campo de concentración, no quiso que sus días consistieran sólo en esperar y esperar un futuro. Su opción fue vivir el momento presente colmándolo de amor; y el modo como lo practicaba era: Aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria[78]. Mientras luchas para dar forma a tus sueños, vive plenamente el hoy, entrégalo todo y llena de amor cada momento. Porque es verdad que este día de tu juventud puede ser el último, y entonces vale la pena vivirlo con todas las ganas y con toda la profundidad posible.
156. Así es posible llegar a experimentar una unidad constante con Él, que supera todo lo que podamos vivir con otras personas: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Ga 2,20). No prives a tu juventud de esta amistad. Podrás sentirlo a tu lado no sólo cuando ores. Reconocerás que camina contigo en todo momento. Intenta descubrirlo y vivirás la bella experiencia de saberte siempre acompañado. Es lo que vivieron los discípulos de Emaús cuando, mientras caminaban y conversaban desorientados, Jesús se hizo presente y caminaba con ellos (Lc 24,15). Un santo decía que el cristianismo no es un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que cumplir, de prohibiciones. Así resulta muy repugnante. El cristianismo es una Persona que me amó tanto que reclama mi amor. El cristianismo es Cristo[82].
159. Espero que puedas valorarte tanto a ti mismo, tomarte tan en serio, que busques tu crecimiento espiritual. Además de los entusiasmos propios de la juventud, también está la belleza de buscar la justicia, la fe, el amor, la paz (2 Tm 2,22). Esto no significa perder la espontaneidad, la frescura, el entusiasmo, la ternura. Porque hacerse adulto no implica abandonar los mejores valores de esta etapa de la vida. De otro modo, el Señor podrá reprocharte un día: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo, cuando tú me seguías por el desierto (Jr 2,2).
215. Por otra parte, cualquier plan de pastoral juvenil debe incorporar claramente medios y recursos variados para ayudar a los jóvenes a crecer en la fraternidad, a vivir como hermanos, a ayudarse mutuamente, a crear comunidad, a servir a los demás, a estar cerca de los pobres. Si el amor fraterno es el mandamiento nuevo (Jn 13,34), si es la plenitud de la Ley (Rm 13,10), si es lo que mejor manifiesta nuestro amor a Dios, entonces debe ocupar un lugar relevante en todo plan de formación y crecimiento de los jóvenes.
218. En este marco, en nuestras instituciones necesitamos ofrecerles a los jóvenes lugares propios que ellos puedan acondicionar a su gusto, y donde puedan entrar y salir con libertad, lugares que los acojan y donde puedan acercarse espontáneamente y con confianza al encuentro de otros jóvenes tanto en los momentos de sufrimiento o de aburrimiento, como cuando deseen celebrar sus alegrías. Algo de esto han logrado algunos Oratorios y otros centros juveniles, que en muchos casos son el ambiente de amistades y de noviazgo, de reencuentros, donde pueden compartir la música, la recreación, el deporte, y también la reflexión y la oración con pequeños subsidios y diversas propuestas. De este modo se abre paso ese indispensable anuncio persona a persona que no puede ser reemplazado por ningún recurso ni estrategia pastoral.
260. Me gusta pensar que dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida. Y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo enraíza en Dios mismo. Con este don, con la certeza de esta llamada, se puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede afrontar todo, juntos![142].
261. En este contexto, recuerdo que Dios nos creó sexuados. Él mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus creaturas[143]. Dentro de la vocación al matrimonio hay que reconocer y agradecer que la sexualidad, el sexo, son un don de Dios. Nada de tabúes. Son un don de Dios, un don que el Señor nos da. Tienen dos propósitos: amarse y generar vida. Es una pasión, es el amor apasionado. El verdadero amor es apasionado. El amor entre un hombre y una mujer, cuando es apasionado, te lleva a dar la vida para siempre. Siempre. Y a darla con cuerpo y alma[144].
288. Quiero que sepan que cuando el Señor piensa en cada uno, en lo que desearía regalarle, piensa en él como su amigo personal. Y si tiene planeado regalarte una gracia, un carisma que te hará vivir tu vida a pleno y transformarte en una persona útil para los demás, en alguien que deje una huella en la historia, será seguramente algo que te alegrará en lo más íntimo y te entusiasmará más que ninguna otra cosa en este mundo. No porque lo que te vaya a dar sea un carisma extraordinario o raro, sino porque será justo a tu medida, a la medida de tu vida entera.
Esta es la historia de fondo que me conduce al que es, sin duda, el versículo más famoso de Pablo. Lo escribió unos años después de su encuentro con Jesús. Es como una bofetada en forma de versículo en medio de uno de sus escritos más célebres, todo el capítulo del amor de 1 Corintios 13. Él había estado hablando acerca de lo que es y lo que hace el amor en ese pasaje que sueles escuchar en las bodas, esas palabras que oirás en boca de tus amigas, cristianas y no cristianas por igual, cuando hablan de relaciones y altruismo y romance. Luego Pablo cambió el tema y habló de llegar a ser más maduros. 2ff7e9595c
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